El papel del Café en las Grandes Religiones

El café es quizás la bebida más influyente en la actualidad (al menos en el mundo occidental) y, una de las 2 más importantes en la historia de la humanidad, junto con el té.

Pero, ¿Te has preguntado alguna vez cuál es la relación entre el café y la religión? Si es así, continúa leyendo. 

La relación entre el café y la religión

Si queremos entender cómo se relacionan el café y la religión, lo primero que debemos hacer es analizar cuál es la percepción de las principales religiones frente a esta bebida.

Por esa razón, a continuación, veremos el papel que ha jugado el café en la vida de quienes profesan estas doctrinas.

El café y la cristiandad

El café es a menudo un elemento infaltable durante las congregaciones cristianas y en muchos lugares se acostumbra a beber café después de acabada la eucaristía.

De hecho, el café ha sido una bebida aceptada por quienes profesan la religión cristiana desde hace ya varios siglos.

Así, en el siglo XVII, el Papa Clemente VIII proclamó qué, “aunque el café parecía ser una bebida de Satanás, sería una pena dejarla para el consumo exclusivo de los infieles”, es decir los musulmanes.

Y es que, eran los musulmanes quienes controlaban el monopolio de este producto.

De igual forma, se dice que el mismo pontífice supuestamente bendijo los granos de café, con el fin de que los creyentes cristianos eligieran el café sobre el alcohol.

Hoy en día, la bebida sigue siendo un elemento básico en las reuniones de la mayoría de las denominaciones y ramificaciones de la cristiandad.

La única excepción se encuentra en la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, también conocida como la iglesia mormona.

Pues, en esa comunidad, las bebidas con cafeína están prohibidas por sus efectos estimulantes sobre el cerebro.

Curiosidades históricas del café y la cristiandad

El origen del cappuccino

Cuenta la historia que el fraile Marco D’Aviano ayudó a detener una invasión otomana a Austria en 1683 y que en conmemoración a esa victoria católica sobre el islam, el franciscano inventó el “cappuccino”.

De esta forma, según varios historiadores, al final de la batalla, muchos de los invasores otomanos dejaron bolsas de granos de café, que eran tan amargos que los vieneses agregaron azúcar y leche para hacer una bebida dulce y espumosa.

La leyenda dice que “el capuchino” obtuvo su nombre del grupo de sacerdotes capuchinos que eran liderados por D’Aviano, pues sus túnicas eran del mismo color marrón que la nueva preparación de café.

¿El café estuvo en los sermones de Jesús?

Los eruditos bíblicos saben que es muy poco probable que Jesús hubiese bebido alguna taza de café en su vida.

Sin embargo, se ha llegado a especular que él (Jesús) pudo haber predicho los efectos estimulantes del café.

Esto porque hay quienes dicen que, en uno de sus sermones, Jesús proclamó: “Bienaventurados los insomnes porque han bebido de la copa de José”.

Y es que, esta aseveración ha hecho que algunos afirmen que Jesús ya sabía de los efectos del café (si es que eso había en la copa de José, en primer lugar).

¿Será verdad? Pues, al menos hasta el momento, nadie lo sabe.

El café en la cristiandad moderna

Es muy común que, en países de mayorías cristianas, los fieles acostumbren a reunirse en los sótanos de las iglesias para tomar café juntos.

De hecho, el café está tan arraigado en la cultura de la iglesia que, al menos en la tradición cristiana ortodoxa existe “la hora del café”.

Y, esa hora del café es un momento especial en el que se sirve esta bebida caliente, para que los líderes de la iglesia hagan planes y reflexionen sobre eventos pasados o venideros que afectan a sus comunidades.

Además, la hora del café es un espacio pensado para compartir en comunidad, en donde no se discuten temas políticos, ni nada que pueda causar controversia.

De esta forma, el café sirve como una forma para que las personas se reúnan, formen vínculos y compartan historias.

El café y el islam

El café fue descubierto oficialmente en Etiopía en África oriental hace casi 1000 años (aunque probablemente ya se conocía de su existencia miles de años atrás).

Se dice que, un joven pastor se dio cuenta de las propiedades estimulantes de los granos de café, al ver que sus cabras estaban inquietas (casi bailaban), después de haber comido del fruto del cafeto, el árbol del café.

Poco tiempo después, los etíopes ya habían desarrollado una cultura de tomar café que fue descubierta por varios mercaderes árabes de Yemen, quienes introdujeron ese cultivo en Asia.

Así, el café se convirtió en un producto con una gran demanda en el mundo árabe, especialmente porque proporcionaba “vigilia” durante la oración de la tarde.

Entonces, el café o “gahwa” se extendió rápidamente por todo el mundo islámico, tanto que la bebida se consumía en todas partes, incluso en las mezquitas más sagradas de La Meca.

De hecho, los musulmanes se referían al café como “el vino islámico“.

El clima de la península arábica era perfecto para el cultivo de café

El clima típico de la zona sur de Arabia, así como el de Yemen eran perfectos para el cultivo de café; es por eso que el nombre de la variante más popular del café se denomina “arábica”.

Así, los puertos de Yemen se convirtieron en el epicentro de las exportaciones de café por siglos, y quienes comerciaban café se hicieron muy adinerados.

Además, muchos comerciantes, peregrinos y estudiantes viajaron por Asia, África y Europa, alabando las propiedades del café.

Es por esta razón que surgieron las primeras tiendas especializadas en servir café, en grandes ciudades como el Cairo en Egipto.

Pero, no todos los musulmanes compartían el amor por el café

En los siglos que siguieron al auge cafetero en el mundo musulmán, hubo varios intentos de prohibir la bebida, sobre todo de parte de personas fanáticas y radicales del islam.

No obstante, esos esfuerzos por sabotear al café, resultaron infructuosos la mayoría de las veces, ya que en general, a los líderes religiosos les encantaba el café y no iban a dejar de tomarlo.

El café como una herramienta de conexión con Dios

Algunos de los primeros bebedores de café registrados fueron místicos sufíes en Yemen.

Estos clérigos musulmanes bebían café para permanecer despiertos durante sus ceremonias, así como para aumentar su conexión espiritual con Dios, mientras hacían cantos sagrados.

De esa forma, a los místicos musulmanes les encantaba el café porque les ayudaba a mantenerse despiertos durante sus cantos rituales nocturnos, que duraban horas.

Entonces, se dice, que los místicos sufíes preparaban café y lo almacenaban en recipientes hechos de arcilla.

Así, los sacerdotes ingerían café durante la jornada y no sentían sueño, ya que se servían los unos a los otros de forma que ninguno se quedara dormido.

Por lo tanto, para muchos musulmanes el café era mucho más que solo una bebida para mantenerse despiertos.

Ya que, también creían que cuando el café se consumía de cierta forma, era posible contemplar los misterios ocultos y alcanzar las grandes revelaciones del islam.

De hecho, según el historiador Stephen Topik, durante los rituales, tanto hombres como mujeres compartían un tazón común que se pasaban entre ellos.

Y, el objetivo de esto, era trascender el mundo material y encontrar la paz.

¿El café y la revolución?

Si bien, la popularidad del café creció exponencialmente en todo el mundo musulmán, lo cierto es que la bebida sirvió para que las personas empezaran a ser más públicas en sus opiniones.

Es decir, los individuos comenzaron a cuestionar muchas de las reglas y leyes de la época, lo que no agradó para nada a las elites religiosas y políticas.

Y por esa razón, los efectos del café fueron comparados con los del alcohol, bebida que era prohibida en el islam.  

Así, conseguir café se hizo más difícil y el comercio de esta bebida pasó a la clandestinidad.

El café y el judaísmo 

La relación entre el café y la fe judía tuvo un desarrollo simultáneo a lo que ocurría en el mundo islámico.

Así, la devoción religiosa fue la principal impulsora de la popularidad del café, ya que la bebida ayudaba a que los creyentes judíos pudieran permanecer más tiempo despiertos orando con Dios.

Además, desde el principio, el café fue considerado como kosher, es decir apto para el consumo de los creyentes en la fe judía.

Entonces, los judíos empezaron a popularizar la bebida por varias de las ciudades más importantes, como Damasco, El Cairo y Constantinopla.

De hecho, la primera cafetería abrió sus puertas en Constantinopla (actual Estambul en Turquía).

La llegada del café a Europa

Por otra parte, en 1632 se estableció la primera cafetería en Italia y su fundador fue un comerciante judío de café.

Por su parte, un par de décadas más tarde, otro comerciante judío fundó la primera cafetería en Inglaterra y lo mismo sucedió en países como Francia y los Países Bajos.

Fue así, como los judíos se encargaron de introducir el café a Europa, por lo que muchos de estos comerciantes se hicieron con una gran fortuna.

Sin embargo, el café no disfrutó de la misma acogida en Alemania, especialmente porque los industriales cerveceros no vieron con buenos ojos la competencia que presentaba el café.

Por lo tanto, hubo varios intentos de cerrar el comercio de café judío. No obstante, el comercio del café logró prevalecer.

El café y el auge del pensamiento

Durante el siglo XIX, las cafeterías en Berlín, Viena, Budapest y Praga estaban a la vanguardia del cambio social.

La cultura del café de Viena floreció cuando los eruditos, escritores y artistas judíos pedían sus cafés, se sentaban y hablaban de política y literatura, así como de otros temas durante horas.

 Así, las cafeterías se convirtieron en lugares en donde las personas iban a filosofar y por eso, se volvieron símbolos del pensamiento y el intelecto.

Por su parte, en los Estados Unidos los primeros comercios de café eran de propiedad judía y se establecieron en varias de las principales ciudades portuarias, como San Francisco, Nueva Orleans y Nueva York.

En la actualidad, Howard Schultz un empresario y político estadounidense de origen judío, se desempeñó hasta el 2017 como el CEO de la multinacional Starbucks, lo que confirma la gran tradición judía de la industria del café.

El café y la religión hindú (hinduismo)

El hinduismo es una de las religiones más antiguas del mundo, pues se estima que tiene más de 5000 años de existencia.

Así, esta religión, cuyas raíces vienen principalmente de la India cuenta con una gran cantidad de creyentes.

Sin embargo, no existen menciones del café o del té en los ritos de la tradición hindú, aunque sí hay que decir, que el café es casi tan popular como el té en el enorme país del sur de Asia. 

El café y el budismo

El consumo moderado de café es visto con buenos ojos según la doctrina budista.

Esto porque el consumo de café no interfiere con el quinto precepto que es una guía de moral para los budistas practicantes.

Así, este precepto advierte que la intoxicación, con drogas, alcohol y otros elixires que alteran la mente, pueden interferir con el logro del nirvana, el mayor estado de equilibrio del espíritu.

No obstante, hoy en día la mayoría de los budistas son menos estrictos con respecto a las sustancias que consideran intoxicantes.

Por esto, aunque el café tiene un efecto leve en el cerebro, se considera que el consumo social y diario de esta bebida no tiene ninguna implicación negativa en la fe.

Como puedes ver, a pesar de las diferencias que puede haber entre las personas que practican distintas religiones, lo que las une, es el amor casi milenario por una taza de café caliente.  

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