La fascinante historia del Café de Brasil 

Brasil es el principal productor de café en el mundo. De hecho, actualmente este país suramericano genera el 30% de la oferta mundial.

Además, es uno de los países en donde más se consume esta bebida, ya que allí, tomar café es una tradición centenaria.

Por eso, si quieres saber más sobre la historia del café brasileño, quédate y te lo contamos todo.    

El café llega a Brasil (Siglo XVIII)

Se cree que el café llegó al Brasil colonial a principios del siglo XVIII a manos del navegante Francisco Melo Palheta, quien al parecer introdujo las semillas al regresar de un viaje desde la Guyana francesa.

De hecho, hay una leyenda al respecto, ya que se dice que el navegante portugués sedujo a la esposa del gobernador guayanés, con la intención de que ella le ayudara a contrabandear semillas de café hacia Brasil.

Y al parecer, el plan de Palheta funcionó, pues el navegante logró introducir muchas semillas de cafeto a través de la frontera.

Ten en cuenta que en ese momento el cultivo del café en América era casi exclusivo de las colonias francesas, pues fueron los franceses quienes introdujeron el cafeto al nuevo continente.

De ahí el gran interés de otras potencias coloniales como Portugal por apoderarse de algunas semillas y así lograr el cultivo.

Entonces, poco tiempo después de la hazaña de Melo Palheta ya se cultivaba café en Brasil.

Aunque en un principio el consumo de la bebida estaba reservado únicamente para los colonos portugueses, pues eran quienes podían costearlo.

El declive en la actividad minera y el siglo XIX

La llegada del café a Brasil coincidió con una caída en la productividad minera de ese país por lo que rápidamente los esfuerzos se enfocaron en la producción agrícola.

Así, la primera plantación de café en Brasil inició en 1770 en el estado de Rio de Janeiro, pero la producción solo dio verdaderas utilidades hasta el año 1800, cuando Brasil incursionó en los mercados de Europa y los Estados Unidos.

Entonces, la joven nación de los Estados Unidos demandaba una mayor cantidad de café. 

Esto último es algo curioso, ya que antes de la independencia, en las Trece Colonias (Estados Unidos) se consumía té al igual que en todas las colonias británicas.

Sin embargo, durante la guerra se popularizó la idea de que beber té era antipatriótico, pues esa infusión era el producto estrella del comercio británico.

Y el movimiento independentista desestimuló el consumo de esta bebida diciendo que era un símbolo de la “hegemonía británica”.

Por lo tanto, el pueblo estadounidense volcó su interés hacia el café y Brasil estuvo ahí para satisfacer esa demanda.

Ya posteriormente en 1802 Brasil se convirtió en un gran exportador de café y para 1850 ya había superado a sus principales competidores en el continente: Guadalupe, Jamaica y Cuba.

De esa forma, el cultivo de café se extendió a lo largo del territorio brasileño.   

Todo coincidió en favor de Brasil

Durante casi todo el siglo XIX la demanda mundial de café fue abastecida por países asiáticos.

Sin embargo, la plaga del hongo Puccinia graminis, comúnmente conocido como la Roya del café devastó grandes hectáreas de café.

Esto provocó que Asia no pudiera satisfacer la creciente demanda cafetera de Europa y Estados Unidos.

Mientras que Brasil por su parte tenía café de sobra y en poco tiempo se convirtió en el principal proveedor mundial. 

La mano de obra esclava hizo el negocio aún más rentable

Conforme la demanda de café se hizo mayor, también lo hizo el uso de mano de obra esclava.

De hecho, se estima que alrededor de 2 millones de esclavos africanos fueron utilizados en la industria cafetera y, aunque la abolición de la esclavitud ya se había conformado desde 1850, no fue sino hasta 1888 que se hizo oficial.

Así, todas las ganancias de las exportaciones quedaban tanto para la corona portuguesa como para varios terratenientes de la época.

La inmigración europea

la abolición de la esclavitud supuso un inconveniente para la producción de café, pues ahora era más difícil conseguir manos de obra con experiencia para trabajar en la industria cafetera.

No obstante, por la década de 1860 un senador brasileño llamado Nicolau Vergueiro ya había intentado importar mano de obra de otros países.

De hecho, Vergueiro había logrado que varias familias de origen suizo se mudaran al interior de Brasil para que trabajaran en una hacienda cultivando café.

Pero el experimento no duro mucho, ya que los abusos constantes del senador hacia los trabajadores hicieron que todo terminara en una revolución.

Verás, los trabajadores suizos estaban bajo el modelo de trabajo no abonado, lo que significaba que ellos deberían trabajar entre 3 y 7 años y no recibirían un salario.

En cambio, recibirían transporte, hospedaje y ropa, es decir, básicamente eran esclavos con un poco más de derechos que los esclavos africanos.

Y obviamente siendo hombres libres tenían el derecho de renunciar a sus labores (lujo que no tenían los africanos) y así lo hicieron.

Otros inmigrantes

Por su parte, entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del XX, Latinoamérica recibió grandes cantidades de inmigrantes europeos que buscaban mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.

Varios de estos inmigrantes decidieron invertir sus ahorros en la compra de terrenos para destinarlos al cultivo del café y otros productos.

Entonces, había cada vez más productores de café, y consecuentemente la producción del café aumentó rápida y sostenidamente.

Asimismo, estos inmigrantes europeos provenían de países en donde existía una cultura de consumo de café, como es el caso de Italia, por lo que en las décadas siguientes el consumo interno aumentó.

La expansión de la industria cafetera en Brasil durante el siglo XX.

La llegada del siglo XX representó el pico del crecimiento en la industria cafetera de Brasil.

Para 1902 Brasil generaba el 80% de la producción mundial de café, y las plantaciones comenzaron un proceso de industrialización.

Además, el cultivo de café se redujo a las áreas más frescas y con mayor altitud sobre el nivel del mar en ese país.

Esto ocurrió porque Brasil destinó la mayor parte de sus esfuerzos productivos al cultivo de la variante arábica, que necesita climas templados y mayores alturas para crecer.

Así, los estados de São Paulo y Minas Gerais se convirtieron en el eje principal de la industria cafetera brasileña.

El café generó el desarrolló de varias regiones en Brasil

A São Paulo en Brasil le sucedió algo muy similar a lo ocurrido en la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos.

Así, mientras la fiebre del oro motivó el desplazamiento de grandes cantidades de personas a la costa oeste de los Estados Unidos en búsqueda de oro.

En São Paulo, la fiebre no fue por el oro sino, por el café, ya que toda esa región era ideal para el cultivo de este producto.

Esto atrajo a millones de inmigrantes desde todas partes del país y el mundo, pues todos querían hacer una fortuna con el cultivo del café.

Por eso es que São Paulo se convirtió en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo.

Pero, todo lo que sube tiene que bajar eventualmente

La industria brasileña había gozado de una posición privilegiada en la producción de café hasta las primeras 3 décadas del siglo XX, en especial por el declive en la producción asiática.

Sin embargo, Brasil estaba produciendo más café del que exportaba, lo cual aumentó la oferta y consecuentemente redujo el valor del producto.

También los costos de producción eran cada vez más altos y sumado a lo anterior, el inicio de la segunda guerra mundial también afectó duramente las exportaciones de café brasileño, pues la demanda de café disminuyó fuertemente, sobre todo en Europa.

Además, los Estados Unidos habían estado expandiendo su influencia en el continente asiático, sobre todo en países como las Filipinas, cuyo suelo representaba una oportunidad para cultivar café.

Asimismo, varios países como Indonesia y Malasia experimentaron una recuperación en su producción de café.

Al mismo tiempo países como Colombia también aprovecharon el momentáneo declive en la producción brasileña.

Y si bien, Brasil siguió siendo el mayor productor de café en el mundo, ciertamente ya no controlaba el mercado.

El consumo interno aumentó

A pesar de que las exportaciones de café brasileño sufrían bastante, algo había que hacer con el superávit de café que existía en el país.

Por esa razón el gobierno y los cafeteros brasileños incentivaron el consumo del café nacional.

Y es que, si bien el café era una bebida popular en Brasil, no fue sino hasta que los precios de la bebida bajaron, que los habitantes de ese país adoptaron al café como su bebida favorita

Entonces, el café brasileño de buena calidad se usaba para abastecer la demanda externa, mientras que el sobrante se utilizaba para el consumo interno.

Así, el café que consumían los brasileños era bastante malo y había que adicionarle azúcar para enmascarar su excesivo sabor amargo derivado de un mal tueste.

No obstante, este café era muy económico y todo el mundo podía acceder a él. Por lo que el consumo se ha mantenido estable desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.

Si deseas profundizar un poco sobre el consumo de café en Brasil y en el resto de la región, seguro querrás echarle un vistazo al artículo sobre el consumo de café en Latinoamérica

Los años 90 y la innovación

La industria brasileña se caracterizó desde sus inicios por el estricto control que el estado ejerció sobre los productores y que se incrementó en la segunda mitad del siglo XX.

Sin embargo, desde inicios de los años 90, el gobierno de Brasil flexibilizó las regulaciones sobre las industrias agrícolas.

Eso permitió que los agricultores pudieran experimentar con sus productos, lo que facilitó la incursión en nuevos mercados.

Por lo tanto, la industria cafetera en Brasil tuvo que innovar para satisfacer a diferentes mercados.

Una muestra de ello fue la creación de nuevas variedades de café, algunas incluso con denominación de origen, como el café Cerrado de Mineiro, el primero en obtener esa denominación en aquel país.

Asimismo, Brasil invirtió una cantidad importante de dinero en la investigación de café y nuevas técnicas de procesamiento.

Es por eso que el gigante suramericano se ha mantenido en el primer lugar en producción de café de excelente calidad.    

Por cierto, si quieres saber más sobre el café brasileño, puedes consultar el articulo sobre los 10 mejores cafés de Brasil  

La llegada del nuevo milenio y el cambio en el patrón de consumo

Si bien, es poco probable que los brasileños dejen de consumir el café de siempre, es decir, el café barato y de mala calidad, también es cierto que ese café económico ya hace parte de la cultura brasileña.

Sin embargo, desde principios de los años 2000, el sector cafetero del país ha implementado estrategias para educar al consumidor sobre las diferentes variedades del café, especialmente el café de especialidad.

Y al parecer, esos esfuerzos están dando fruto, pues en la ultima década, el publico brasileño a ha empezado a consumir cafés de mejor calidad.

Igualmente, la compra de cafeteras ha aumentado bastante en ese país, ya que por tradición los brasileños prefieren tomar el café en sus hogares.

Además, tener una cafetera es visto como un símbolo de estatus, pues la mayoría de las personas no pueden acceder a una.

Lo cierto es que la tradición brasileña de tomar café con la familia o con amigos no va a cambiar. De hecho, los brasileños no renuncian a su café, ni siquiera en tiempos de crisis económicas.

Tal vez por eso es que cada vez hay más brasileños especialistas en café que regresan a su país para empezar negocios.

De hecho, ha habido un aumento de bares independientes manejados muchas veces por pequeños productores de café que ven en su país un mar de oportunidades de crecimiento.

Pues, al fin y al cabo, Brasil es sin duda alguna, la tierra del Café.   

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